El pacto social, definido según la Real Academia Española, es un “contrato en que se funda una determinada forma de convivencia política, según la teoría política que trata de explicar, entre otras cuestiones, el origen y el propósito del Estado y su encaje con las libertades, derechos y deberes de los ciudadanos”.
Una vez definido este término de suma importancia a lo largo del post, tras haberse proclamado el 14 de marzo de 2020 el Estado de Alarma en España se pusieron de manifiesto unas circunstancias que estaban pasando desapercibidas para los ciudadanos en aquel momento: tanto la confirmación del pacto social como el peligro que corrían los principales y libertades democráticos. El confinamiento domiciliario al que nos vimos sometidos supuso también una restricción y control absoluto de las libertades y como no podía ser de otra forma fue aceptado irremediablemente por todos los ciudadanos residentes en el país, en lo que se podría ver como una unión entre éstos y el Estado.
El haber permanecido encerrados en casa, el ponerse mascarilla (cuando todavía no era obligatorio por ley) y guantes para poder entrar en un supermercado, el “aplauso solidario” a las 20.00hrs todos los días no era otra cosa que una confirmación de la existencia de un pacto social. Esto era una demostración de una unión entre la voluntad de cada ciudadano, la individual, con la voluntad de la población en general.
Sin embargo, en esta situación ya descrita y a pesar de la situación actual en la que se abrieron considerablemente las restricciones y libertades, existía la posibilidad de romperse o desapareciese. Pues bien, en este Estado de Alarma mencionado anteriormente que está a punto de darse por finalizado, existía el peligro en el que el poder abusase y sacase provecho de la situación que se vivía por aquel entonces y que se sigue viviendo no solo en España, sino también en gran parte del mundo, en la que los gobiernos tomaban y toman medidas con una validez legal y democrática algo dudosa (como, por ejemplo, en España, las restricciones gubernamentales a la libertad de prensa), enfocadas a salir cuanto antes de la crisis o que los efectos de ella fueran los menores posibles y establecer unos principios para combatir los difíciles retos sociales y económicos a medio y largo plazo, como, por ejemplo:
- Refuerzo de control de focos de rebrotes
- Adopción de medidas preventivas y protectoras de las empresas, sus trabajadores y los hogares
- Reasignación de recursos y capacidades hacia unos sectores con buenas perspectivas y previsiones de un futuro a largo plazo
Habiendo expuesto la situación, existe el riesgo de que la democracia existente lleve a una olocracia, entendida como “una degeneración de la primera debido a una desnaturalización de la voluntad popular”, lo que conlleva una ruptura del ya mencionado pacto social y un regreso de los ciudadanos a su libertad “natural”, con lo que nacería la fuerza y autoridad como modo obligado de obediencia.
Como conclusión y para finalizar, ante esta situación de incumplimiento de obligaciones, se debe de ser consciente de que cualquier aproximación a una rotura del pacto, ya sea mediante mayores o menores incumplimientos, debería de ser condenado de cualquier forma, y no excusarse en la actual crisis que estamos inmersos.